lunes, 9 de noviembre de 2009

Calambre

Escribo con el pie acalambrado, abandonado en una realidad paralela. Mi cabo humano huyó del cuerpo hace instantes. El dolor es tan físico, punzante, insoportable. Insoportable es un concepto que incluye temporalidad, la insoportabilidad no se daría si algo no fuera constante. Y esto persiste, insiste, exhorta, rompe las pelotas.
Me muevo, lo muevo, aumenta, el grito, la gloria del dolor que vomita cataratas de sangre invisible, enfermeros me embuten cien agujas en la extremidad aventurera, se vuelve colador de capeletinis indiscriminados. Heroína del calambre, puntitos de odisea pedicurosa.
Ay!
¿Cuánto falta!?
¿Cuánto dura un calambre?
El espasmo acaba cuando el dolor cesa. Porque de eso se trata, de dolor insoportable.
Está volviendo en sí. ¡Muere su disfraz!
¿Dónde te fuiste pequeño? ¿Dónde estabas y en la pierna de qué ser?
Ya casi te tengo, tres segundos y la espera termina y te doy besos en la boca, mi pie guerrero, héroe fastuoso.
.
Regresó. Es insoportablemente mío otra vez.

1 comentario:

jiim dijo...

siempre me asombró (y debo confesar que siento un poquitito de envidia también) por tu facilidad para escribir sobre cosas tan comunes y corrientes como una media (nunca me olvido del día que viniste con tu escrito sobre ella) o un calambre (como en este caso, cabe la aclaración)..

yo volví por acá. vos volvés?