viernes, 9 de agosto de 2013

Imagen

Salta para arriba
Como un acordeón que cae.

jueves, 8 de agosto de 2013

Diálogo en el colectivo


HIJA PUBER: ¿Estás muy peleado con mamá? 

PADRE: Bastante. 

HIJA PUBER: : ¿Se pelearon por el perro de la abuela? 

HIJO PEQUEÑO: No. Se pelearon por un tema especial. Porque papá no hizo esto y mamá hizo esto. Esto y esto. Por trabajo. Por eso se pelearon. 

HIJA PUBER: Mañana va a cenar Camilo a casa. Lo habré visto 4 veces en mi vida. Pero mamá lo quiere. Y dijo que va a usar fritolín para cocinar porque es el "permitisivo" de su dieta.

PADRE: ¿Es bueno Camilo? 

HIJO PEQUEÑO: Tiene una verruga.

lunes, 15 de julio de 2013

Medio



Un niño sordo, un dulce tropezón en el viaje largo del lenguaje, camina junto a su hermana rubia, junto a su hermana bella de oídos limpios y honrados, se mueve hacia ella arrastrando sus pies vestidos, con dificultad le expresa alguna palabra, algún disfraz de significante o algún trozo de significado, la hermana no le responde, la hermana sana se hace la sorda, la madre del niño enfermo y la niña sana les pide a sus hijos que se apuren, les pide que atraviesen ese enorme pasillo color otorrino velozmente y decora la orden con un a ver si llegamos a casa antes de que salga la luna. Los hermanos apresuran su paso, no sé bien si ambos están obedeciendo a su madre o si la niña obedece y el niño sordo le copia a su hermana, lo que sí es seguro es que ninguno de los dos quiere llegar a su casa con la luna puesta, con la luna despierta, con el paisaje casi listo para acostarse y dormir y soñar cuando todavía no jugaron lo suficiente con los muñequitos verdes o no hicieron la tarea o se ignoraron un ratito más y luego se pelearon por quién usa primero la computadora. Estuvieron ocupados, muy ocupados en una clínica del centro y a veces así pasan los días y ellos no se preguntan por qué es tan difícil llegar a la casa antes de que se duerma el sol, con la mañana, la escuela y tantos doctores y parece que la niña entiende más que el niño o es al revés cuando se les ocurre cambiarle el nombre al tiempo y ponerle “espera”, entonces llegaste justo a espera y qué espera perdida y cuánta espera falta para tu cumpleaños.
Cuando yo salgo de la clínica allí está la luna con cara de policía y me incomoda un poco.

Choc

Lluvia, taxi, una avenida. Me encontraba escribiendo un mensaje a mi padre, mirá por la ventana, allí estoy yo, llegando. Y ahí nomás, todo gris. Como si te dijera que de golpe, un golpe. Mi cabeza golpeando contra un asiento gris, mis piernas raspadas, mucho silencio. Durante varios segundos, silencio. Y quietud. Estoy un poco cansada de tanta quietud, pienso. Un auto chocó al taxi y el taxi a otro auto y en este último auto había un matrimonio y la mujer era parecida a nuestra presidenta.
Nadie quería moverse, igualito a cuando no queremos despertar. ¿Cómo puede ser que hayan sido dos golpes si yo sólo sentí uno? ¿Cuánto dura un golpe?
Me dejó el auto hecho bolsa
Y al rato ¿Vos estás bien?
No sé.
Me bajo con gotitas de sangre en las rodillas.
El señor, la presidenta, el taxista y un hombrecito de traje también se bajan.
Piensan y hablan de autos.
El taxista estaba mal, afirma la presidenta, con toda la seguridad con la que una presidenta puede emitir un juicio.
Empiezo a andar. Me escapo. Nadie me ve. Al punto en que podría estar muerta, podría estar escribiedo esto desde el interior de taxi, ahí adentro donde quedó abandonado el paraguas escocés de mi abuela.
Me pregunto cuántos golpes grises podemos recibir en un año.

Buen día

Una ventana en mi café con leche me enseña un perro de los que me gustan, esos gordos y peludos y torpes, que de tan tontos felices, corre de aquí para allá, regresa de allá para aquí, se tambalea en su torpeza, juega con sus limitaciones, es tan bello tan bonito, el sol le da en los ojos, en el lomo, en su trasero de mascota viva, tiene luz en sus pelos, corre con todas sus fuerzas para que la oscuridad no lo atrape, para que el miedo no se le arrime. El cementerio quietito detrás, con su silencio. Todo es sepia. La muerte todavía no ha despertado.

Sobre monstruos que dan miedo


En este mundo tan formal
los monstruos no son malos porque tienen maldad
son malos porque crecen
aquello que crece ocupa espacio
le quita el espacio a otros que se ven obligados a abandonar sus espacios
es todo una cuestión espacial
los bondadosos son acondroplásicos
y lo peor de todo es que siempre que hay un primer monstruo
corremos el riesgo de que haya crías de monstruo creciendo en lugares ocultos.
Los bebés monstruos son los peores
porque no tienen conciencia de nada
son niños
devoran sin culpa
son ingenuos
no piensan si van a engordar
o qué van a hacer cuando se acabe la comida
ellos comen
ellos comen y se manchan y crecen
los estúpidos son sus padres
y por tontos, malvados
son tan estúpidos como las avejas
saben que mueren y matan.

viernes, 16 de septiembre de 2011

Dónde viven los monstruos


15.35 hs

otitis aguda en casa


La película termina rara, con el niño protagonista con cara de: ahora entiendo. Entonces yo me seco las lágrimas y sin darme cuenta pongo la misma cara del pibe, y me quedo medio temblando, pensando en las carencias de mi vida y en que nunca me pregunté dónde vivían los monstruos.
Pienso que antes era más feliz porque tenía más tiempo libre, pero en ese tiempo libre no miraba tantas películas ni me preguntaba cosas así. De hecho no sé qué hacía.

Se me cierra el estómago por culpa de los bichos esos, porque no pueden ser tan lindos, y yo no sé cómo los hacen si con computadoras o con disfraces de peluche original, pero por pensar en eso tengo la cabeza a punto de explotar. Imagino que si mi cerebro realmente explotara quizá encontrarían otras cosas además de sangre, como una cortina, por ejemplo.

Me doy cuenta de que mirar películas no es como leer un libro, porque en las primeras las imágenes son estrictas y uno tiene la obligación de vivirlas como el director las transmite. Leer imágenes es diferente, las palabras son dóciles y uno puede modificarlas y construirlas como si fueran plastilinas.

Mi cabeza en la almohada.

jueves, 25 de agosto de 2011

Cama de sobre

Desde que mi cama se hizo adulta me cuesta dormir sola, y cuando estoy sola, me pongo a pensar en que quizás el otro lado se está volviendo triste de tan poco tacto o contacto, y entonces estiro una pierna como queriendo darle calor. Y a veces también un brazo, hasta que se me acalambra. Pero en realidad ese no es mi lugar, ni el lugar de mis extremidades. Y me pongo a imaginar cómo se oscurece de frío, cómo se vuelve invisible y me dan unas ganas terribles de alejarme. Y lo abandono nomás, sintiéndome un poco culpable. Así es como la gente que tiene una cama de dos plazas siempre duerme de un mismo lado.

Pero yo estuve pensando y me parece que es mejor tirarme en el medio de una, medir las distancias antes de acostarme e intentar ubicarme lejos de las esquinas. No sé, es algo en lo que pienso todos los días.

Cuando estoy en tus brazos, no quiero que ese momento se termine. Porque te convertís, de repente, en un pequeño cronotopo. Y ya no importa quién sos, o quiénes somos, importa eso que sucede que es tan fuerte, tan fuerte, que me hace necesitarlo cuando estamos mi cama y yo solas, y me veo obligada a seleccionar un sector.

Pero si de verdad pudieras imaginar lo que es para mí que me abraces desde atrás mientras nos preparamos para soñar con cosas que nos gustan, y eso que siento cuando tus pies se entrelazan con los míos , ¡ah! y que los dejemos jugar a abrazarse como niños que se envuelven una y otra vez en la inocencia, hasta que perdamos la conciencia, hasta que eso.

Me parece que esto es amor, o algo así de grande y luminoso. 

lunes, 25 de julio de 2011

Turbia

Hay un colchón de hojas en la pileta, una frazada marrón en la cima de la superficie. Si se mira desde arriba puede tratarse de una obra de arte, de una pintura de visión realista sobre algún detalle invernal, u otoñal, en todo caso. O también una fotografía detectada por un ojo sensible a las temperaturas frías y a los comportamientos dignos del mundo natural, aunque no, no, si se anhelara emitir un juicio más preciso convendría mejor expresar que se está, sin dudas, frente a una pintura efecto brochazo de un profesional. La nitidez de cada hoja como cosa protagonista de la obra es confusa, y si se quisiera y se contara con un pincel, se podrían disimular perfectamente algunas sombras y/o empañar dos o tres esquinas de la pileta.
Si esta misma imagen se mira desde abajo…pero si se está abajo, qué pasa si se está abajo justo cuando no se está arriba y cuando hay hojas encima que cubren el cielo, el sol, allá donde el agua rezonga por culpa del viento.
Pensar en lo que está debajo, pero sin imaginar aquella famosa figura del iceberg, es como pensar en una borra de café o en un animalito hambriento. En México (y en otros rincones del mundo) se asesinan perros para que los estudiantes aprendan procedimientos complejos de medicina. Se los opera e interviene hasta que sus cuerpos se entregan totalmente al aprendizaje foráneo. Pero claro, son perros de la calle. Los que les tocó y los que la eligieron. Y esos perros están ahora debajo de la pileta con frazada marrón en la cima de la superficie. Y esos perros tienen que esperar hasta el verano para jugar con el sol, para mirarlo a los ojos.

Ahora está lloviendo sobre el colchón de hojas y algunas se hunden sin resistirse. Cambian de color y se duermen con los perros en el fondo, imaginando que las gotas empujan pronto a sus amigas y se encuentran todas en el mismo sueño, que transcurre un poco en momentos de lluvia y otro poco en momentos de día soleado. Sospechan que la muerte debe ser algo así.

sábado, 11 de junio de 2011

Pera

Un poema
Una bolsa de versos
Una boca que dice cien poemas
Los cien poemas que salen de esa boca
Una rima
Dos versos libres
El poema de la boca del corazón del pecho
la metáfora
la retórica
el metro la risa el vaivén
Una canción un poema un beso
el mundo
el sol
el espejo
las hojitas de afeitar.