viernes, 16 de septiembre de 2011

Dónde viven los monstruos


15.35 hs

otitis aguda en casa


La película termina rara, con el niño protagonista con cara de: ahora entiendo. Entonces yo me seco las lágrimas y sin darme cuenta pongo la misma cara del pibe, y me quedo medio temblando, pensando en las carencias de mi vida y en que nunca me pregunté dónde vivían los monstruos.
Pienso que antes era más feliz porque tenía más tiempo libre, pero en ese tiempo libre no miraba tantas películas ni me preguntaba cosas así. De hecho no sé qué hacía.

Se me cierra el estómago por culpa de los bichos esos, porque no pueden ser tan lindos, y yo no sé cómo los hacen si con computadoras o con disfraces de peluche original, pero por pensar en eso tengo la cabeza a punto de explotar. Imagino que si mi cerebro realmente explotara quizá encontrarían otras cosas además de sangre, como una cortina, por ejemplo.

Me doy cuenta de que mirar películas no es como leer un libro, porque en las primeras las imágenes son estrictas y uno tiene la obligación de vivirlas como el director las transmite. Leer imágenes es diferente, las palabras son dóciles y uno puede modificarlas y construirlas como si fueran plastilinas.

Mi cabeza en la almohada.

jueves, 25 de agosto de 2011

Cama de sobre

Desde que mi cama se hizo adulta me cuesta dormir sola, y cuando estoy sola, me pongo a pensar en que quizás el otro lado se está volviendo triste de tan poco tacto o contacto, y entonces estiro una pierna como queriendo darle calor. Y a veces también un brazo, hasta que se me acalambra. Pero en realidad ese no es mi lugar, ni el lugar de mis extremidades. Y me pongo a imaginar cómo se oscurece de frío, cómo se vuelve invisible y me dan unas ganas terribles de alejarme. Y lo abandono nomás, sintiéndome un poco culpable. Así es como la gente que tiene una cama de dos plazas siempre duerme de un mismo lado.

Pero yo estuve pensando y me parece que es mejor tirarme en el medio de una, medir las distancias antes de acostarme e intentar ubicarme lejos de las esquinas. No sé, es algo en lo que pienso todos los días.

Cuando estoy en tus brazos, no quiero que ese momento se termine. Porque te convertís, de repente, en un pequeño cronotopo. Y ya no importa quién sos, o quiénes somos, importa eso que sucede que es tan fuerte, tan fuerte, que me hace necesitarlo cuando estamos mi cama y yo solas, y me veo obligada a seleccionar un sector.

Pero si de verdad pudieras imaginar lo que es para mí que me abraces desde atrás mientras nos preparamos para soñar con cosas que nos gustan, y eso que siento cuando tus pies se entrelazan con los míos , ¡ah! y que los dejemos jugar a abrazarse como niños que se envuelven una y otra vez en la inocencia, hasta que perdamos la conciencia, hasta que eso.

Me parece que esto es amor, o algo así de grande y luminoso. 

lunes, 25 de julio de 2011

Turbia

Hay un colchón de hojas en la pileta, una frazada marrón en la cima de la superficie. Si se mira desde arriba puede tratarse de una obra de arte, de una pintura de visión realista sobre algún detalle invernal, u otoñal, en todo caso. O también una fotografía detectada por un ojo sensible a las temperaturas frías y a los comportamientos dignos del mundo natural, aunque no, no, si se anhelara emitir un juicio más preciso convendría mejor expresar que se está, sin dudas, frente a una pintura efecto brochazo de un profesional. La nitidez de cada hoja como cosa protagonista de la obra es confusa, y si se quisiera y se contara con un pincel, se podrían disimular perfectamente algunas sombras y/o empañar dos o tres esquinas de la pileta.
Si esta misma imagen se mira desde abajo…pero si se está abajo, qué pasa si se está abajo justo cuando no se está arriba y cuando hay hojas encima que cubren el cielo, el sol, allá donde el agua rezonga por culpa del viento.
Pensar en lo que está debajo, pero sin imaginar aquella famosa figura del iceberg, es como pensar en una borra de café o en un animalito hambriento. En México (y en otros rincones del mundo) se asesinan perros para que los estudiantes aprendan procedimientos complejos de medicina. Se los opera e interviene hasta que sus cuerpos se entregan totalmente al aprendizaje foráneo. Pero claro, son perros de la calle. Los que les tocó y los que la eligieron. Y esos perros están ahora debajo de la pileta con frazada marrón en la cima de la superficie. Y esos perros tienen que esperar hasta el verano para jugar con el sol, para mirarlo a los ojos.

Ahora está lloviendo sobre el colchón de hojas y algunas se hunden sin resistirse. Cambian de color y se duermen con los perros en el fondo, imaginando que las gotas empujan pronto a sus amigas y se encuentran todas en el mismo sueño, que transcurre un poco en momentos de lluvia y otro poco en momentos de día soleado. Sospechan que la muerte debe ser algo así.

sábado, 11 de junio de 2011

Pera

Un poema
Una bolsa de versos
Una boca que dice cien poemas
Los cien poemas que salen de esa boca
Una rima
Dos versos libres
El poema de la boca del corazón del pecho
la metáfora
la retórica
el metro la risa el vaivén
Una canción un poema un beso
el mundo
el sol
el espejo
las hojitas de afeitar.

domingo, 15 de mayo de 2011

Madrugada

Qué rara es esta noche
tan poco noche
tan día
bajan soles
se acurrucan en mis ojos
quiero dormir
quiero simplemente dormir
y el mundo se encarga
de avivarme con lamparitas naturales
quiere despertarme
y yo quiero dormir
no estoy para andar
hoy estoy para soñar que vivo
y dejarle a los otros
la labor tierna de existir

miércoles, 30 de marzo de 2011

domingo, 27 de febrero de 2011

O

mientras ella toma
su dulce de leche granizado
se esparcen
besos en el aire
ciento ocho besos
cuelgan de las persianas
se besan entre sí
se asesinan
los besos que a beses se duermen
esperando
mientras ella
la muy puta
se besa con su helado

domingo, 6 de febrero de 2011

Acuarela

Qué es un sorbo de vino ingresando al cuerpo sino un dulce paseo por la bondad de un fin de semana, un espejito de plástico en el cuerpo matriculado y cansado, junto a la esperanza de un sentimiento nuevo que pertenece a la gama roja de impresiones.
Las gotas que deciden llegar bien lejos son las menos importantes, considerando que las que se quedan en los labios y en los dientes tardan mucho en morir, se lucen un poco más que el día y colaboran con la eternidad de un vaso de líquido rabioso.
Bebo vino porque dura mucho, y bebo vino porque el acto de beber vino es suave y podríamos decir tangible, un poco menos travieso que un vaso con jugo de naranja y sin duda mucho más simpático que un vaso con agua.
No bebo vino porque contiene alcohol, no es como las bebidas con quienes supongo una dualidad entre líquido y alcohol; aquí el vino es sensato, un todo sabroso y pelado, sin necesidad de sombreros o abstracciones ridículas de este tipo.
Quisiera poder decir que sólo bebo vino porque me gusta que me pinte los labios, pero estaría siendo hipócrita con el proceso y con la intensidad con que lo sobrevivo.

viernes, 4 de febrero de 2011

Lago espejo

se baña
se baña
desnuda
desnuda
la niña
la niña
camina
camina
se duerme
se duerme
la niña
la niña
los ojos
los ojos
del mundo
del mundo
ay brilla
ay brilla
la hija
la hija
del cielo
del cielo
que sueña
que sueña
con nubes
con nubes
con gatos
con gatos
la hermana
la hermana
la amiga
la amiga
la niña
la niña
que nada
que nada
la novia
la novia
desnuda
desnuda
se esconde
se esconde
que sueña
que sueña
y llora
y llora
y ama
y ama
la mujer del frío.