Buen día
Una
ventana en mi café con leche me enseña un perro de los que me gustan,
esos gordos y peludos y torpes, que de tan tontos felices, corre de aquí
para allá, regresa de allá para aquí, se tambalea en su torpeza, juega
con sus limitaciones, es tan bello tan bonito, el sol le da en los ojos,
en el lomo, en su trasero de mascota viva, tiene luz en sus pelos,
corre con todas sus fuerzas para que la oscuridad no lo atrape, para que
el miedo no se le arrime. El cementerio quietito detrás, con su
silencio. Todo es sepia. La muerte todavía no ha despertado.
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