sábado, 20 de febrero de 2010

Carta de un león a otro

Mi amado ángel:

¡Oh! Diosa de los celulares! ¡Oh! Gentil niña, frágil, destilando aromas inocentes! ¡Bienaventuradas seamos todavía! Maldigo con precocidad el día en que la adultez nos manche la cara con penas y escarmentemos juntas el pozo hasta el día del juicio final!
¡Oh! Compañera de alegrías! Damita idealista, colmada de propósitos y bonanzas!
Hágase presente la mesura en este mensaje, os advierto con seriedad mi demanda que amalaya, se reconozca hoy y perdure para siempre.
Os suplico Reina de febrero, misericordia para este sucio roedor que no hace más que pellizcar sus culpas en su cuerpo viejo y atontado por tanta imprudencia.
Ruégole me brinde el amparo necesario para apaciguar mis lamentos perdonando mi ausencia, que poco aportaría a esa celebración deliciosa.
¡Oh! dueña de mi alma, merecedora de mi expiración, espero no importunar en su día intentando justificar mis actos bellacos y despiadados.
No es traición lo que acontece sin querer, ni infidelidad a nuestro parentesco honorable, Dios posea en sus lupas la verdad y pregúntale, sino es cierto que entregaría a mis propios hijos en tu voluntad.
Deseo con mis vísceras tristes que logres, espécimen mojado en magnificencia, vislumbrar sin telones perniciosos la honestidad deste recado que tanto me ha significado hacerle llegar.

Clemencia, y muy feliz día.

quiérola en demasía.



Consuelo.

1 comentario:

Grupo Ronda dijo...

La deformación de tu formación te queda linda. Gracias por estar, porque estuviste.
Emi