lunes, 26 de abril de 2010

En el marco del dolor

Renata Nani, correctora del diario “La verdad”, explotada, cansada. Llega a su casa ubicada en el barrio Paternal de la ciudad de Buenos Aires, se prepara una taza de café, capuchina, y se sienta en el sillón amarillo junto a su notebook. Se dispone a escribir en su blog, renatadicelaverdad.blogspot.com, que para su sorpresa, cuenta con 260 seguidores.
Su gato Emir le hace compañía, comienza.

Hoy voy a hablarles del dolor, esa pequeña peste bubónica que nos somete a una miseria sensorial, una cascada de mierda
Cuando una persona de verdad está triste, se encuentra encerrada en una habitación con poca luz y escaso aire, sin hambre y con una herida de bala en el estómago que se alimenta con lamentos tiernos.
Cuando estamos evidentemente tristes, no hace falta acudir a ningún recuerdo asfixiante para llorar. Tampoco es necesario escuchar música oscura. El llanto verdadero, es aquel estimulado por el alma, que aparece sin límites con ayuda de sonidos jamás imaginados.
Caemos continuamente, junto a la fiel idea de que tal vez algún abrazo pueda sostenernos. La gravedad ha modificado sus propósitos, sólo para nosotros.
El pelo, las orejas, cada parte que parecía ser pluma es ahora tonelada que favorece el derretimiento.
Nos refugiamos en libros, cuyas páginas resultan estar en blanco y escuchamos música, pero se anteponen los gritos de nuestro corazón que se desangra sin escrúpulos.
Nos tranquilizamos, “al menos es puro, nuestro dolor” pero estamos tan lejos de la pureza, tan apartados de inocencias y simplicidades. Claro, es ésta, la parte más difícil de aceptar. Somos culpables de tanto deterioro.
No es que esté triste hoy, pero tengo la sospecha de que cuando nos encontramos bajo el control absoluto de la angustia, todas aquellas cosas que alguna vez nos interesaron se mueren, junto a nuestro espíritu, en la cama.
Desmayados allí, exterminados por penas asesinas y con la culpa de encontrar trillados nuestros síntomas, lo bueno de este tipo de padecimiento es que una vez que se sale, ya nada vuelve a ser tan feo.

1 comentario:

Agustín dijo...

Fan de la verdad, Renata.
Escribí una novela, querés?