Qué es un sorbo de vino ingresando al cuerpo sino un dulce paseo por la bondad de un fin de semana, un espejito de plástico en el cuerpo matriculado y cansado, junto a la esperanza de un sentimiento nuevo que pertenece a la gama roja de impresiones.
Las gotas que deciden llegar bien lejos son las menos importantes, considerando que las que se quedan en los labios y en los dientes tardan mucho en morir, se lucen un poco más que el día y colaboran con la eternidad de un vaso de líquido rabioso.
Bebo vino porque dura mucho, y bebo vino porque el acto de beber vino es suave y podríamos decir tangible, un poco menos travieso que un vaso con jugo de naranja y sin duda mucho más simpático que un vaso con agua.
No bebo vino porque contiene alcohol, no es como las bebidas con quienes supongo una dualidad entre líquido y alcohol; aquí el vino es sensato, un todo sabroso y pelado, sin necesidad de sombreros o abstracciones ridículas de este tipo.
Quisiera poder decir que sólo bebo vino porque me gusta que me pinte los labios, pero estaría siendo hipócrita con el proceso y con la intensidad con que lo sobrevivo.
4 comentarios:
Hey Compi...muy bueno lo tuyo...una descripción poética y graciosa del acto de tomar un vinito...tonta yo...no me gusta por lo que no puedo vivir esas sensaciones...jajajaa...pero nunca es tarde para volver a intentar. Te mando un abrazo enorme- Gra, la boticaria :-)
holaaa
kk
eran sólo pruebas...
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