lunes, 25 de agosto de 2008

Centímetros y lágrimas

En mi máximo espiral de egoísmo, me pinto con frustración en aerosol.
La vida me resulta escasa.
Es corta, como una barra de yapa. La vida es corta.
Si soy lo mejor de algo o en algo, si me disfrazo de Carmen Maura, o derrito sentimientos en un libro bello, si creo una publicidad gigante de conejos de colores o si invento el cubirrealismo. No me sirve. Me muero. No estoy.
Encuentro satisfactorios cientos de poemas pero sé que sus autores se fueron a jugar a una escondida de adultos.
Están muertos como mi abuela pronto, o como Orson Wells. Muertos como mi tortuga que dejé al sol sin darme cuenta, muertos como la punta de mis dedos en este momento helado.
No quiero convencerme de que peor sería nada. O que le dejo mi esencia a la humanidad. La humanidad son millones de nenes rubios o de chocolate que se miran y hacen algo, por nada. No me alcanza. La vida como un sol mediocre.
El egoísmo es malo, negro, egoísta. Y también corto.

1 comentario:

Agustín dijo...

Muy bueno.

Entrá a mi blog, ya estoy preparado.